domingo, 24 de diciembre de 2006

recuerdos de 2006

acompañando a un paisano, para que me explicase como quería abrir un camino de acceso a una parcelas al lado de un castro. Misión más psicológica que técnica, patrimonio va a decir que no. Son de esos días que no ha parado de llover. Hay tal humedad en el aire, en la tierra, en la ropa, que el aire frío la condensa y la arrastra por la falda del monte. Es ver sudar al bosque, justo como lo dibuja Miyazaki.
Aquí no va a llegar nadie, o casi nadie. Aquí no van abrir un lugar de interés, ni una casa de turismo rural. Y me voy a alegrar. Al paisano también le encanta el sitio. Yo durante un momento, debajo de mi gorro impermeable, fui muy feliz. He visto sudar el monte.


viernes, 1 de diciembre de 2006

esos son

en este trabajo de cara al público e interior del país, en todos los sentidos, tienes la posibilidad de toparte con todos los problemas de la gente. Porque en la atención 1:1 (escala 1:1) esta casa en la que trabajo (y en la que me estoy tomando un momento libre) es la primera parada para la mayor parte de la gente que no vive en una capital y no sabe, o no quiere saber o no tiene por que saber, que administraciones hay muchas. Ya no sólo la tipología del trastornado del pueblo (hay uno que solo por contestar a su pregunta amenaza con demandarte) o con el típico espabilado que malversa las herramientas que el sistema pone a su disposición (espabilada en este caso que usa al defensor del pueblo porque le sale gratis ?textual- en lugar de ir al juzgado con su problema, que es quien debe solucionar su disputa con otra administración, solicitando informe técnico del idem municipal, porque te sale gratis, y esto ya te lo digo yo directamente) si no con todo lo profesional (en el mejor de los casos) y personal (aderezo de tema profesional)
Pero este pan de cada día tiene un cierto componente de asepsia, o por lo menos tiendo a verlo así, para despegarte de esta realidad y poder seguir adelante sin tirar la toalla. Pero hay algunos de estos casos, que a mi me llegan en cuenta gotas, de los que es imposible despegarte, por lo menos por un momento, y que a diferencia de los otros que consigo olvidarlos en el trayecto de hora larga de coche hasta casa, no sólo los rumio en el coche, además me veo obligado a escribirlos.
Café donde el alto staff de la casa suele tomar café. Reunión tras una selección de personal. Llegamos de hacer visitas por el tema inundaciones, incompetencia, aprovecho de los escasos recursos y esa capacidad siempre asombrosa que tiene la gente de hacer lo que le da la gana sobre espacio público. Cortado para C, descafeinado para la jefa, con leche y sobados para mí. No siento los pies del frío que hace. Comentarios banales sobre temas banales (fumar y engordar, ejemplarizado en parte del sector femenino de la mesa, claramente mayoritario) Suena el móvil de la jefa. Habla durante un rato. Se le cambia la cara y dice, no te preocupes que ya te mando a gente para allá. Cierra el móvil y cuenta.
Una familia, la madre una costurera con brotes de locura. Ya se ha cortado las venas una vez. El marido un alcohólico andaluz que vive de la pensión de su mujer y de su supuesto encanto y gracia al hablar. La hija estudió todo lo que pudo y cuando acabó los estudios obligatorios planteó en su casa que quería hacer magisterio. Al padre no le hizo gracia porque la quería trabajando. Se pagó su carrera trabajando los fines de semana y poco después se independencia -imaginable por qué- sobreviviendo con lo que gana en los tres meses de temporada alta del pueblo. Prepara oposiciones, se marcha en tren a Madrid al examen. Duerme por la noche en un portal. Saca las oposiciones y la destinan en Madrid. Hace su vida allí, pero tiene un apartamento donde viene en verano, para atender en lo que puede a su madre. Hace años que su padre le ha prohibido pisar la casa, pero eso no le impide pedirle dinero de vez en cuando porque la pensión de su mujer no cubre todos sus gastos. El hijo después de estudiar lo obligatorio se mete en el ejercito, se hace un plan de pensiones, una hipoteca y a tiene su vida arreglada en su destino. Entre los hermanos piensan como sacar a su madre de ese infierno. Denuncian en el juzgado. Papeleo, asuntos sociales, abogados. El día del juicio la madre declara que con su marido todo es pan y cebolla. Así que el juez no puede hacer nada. Pero cada vez que la situación en su casa se agrava a ella le dan ataques y ahora acaba de llamar a su hija en Madrid amenazando con que va a volver a abrirse las venas.
Yo pienso en la papeleta de los empleados municipales que están yendo hacia ahí. Y mientras le pego una calada extra a mi ducados, C me dice: eso, eso son problemas.
Ya.

Anexo: en menos de 24 horas y en dos conversaciones absolutamente dispares ha salido dos veces el nombre_término CarolinaHerrera