jueves, 30 de diciembre de 2004

resumen de lo que, más o menos, ha sido diciembre o no me gusta la navidad

después de diez días de parón aún me quedaban sufientes vacaciones por coger para completar una semana entera. Así que me deslicé por esa sensación de no tener casi nada que hacer. O mejor, saber que tengo cosas que hacer, pero que no me da la gana de hacer. Y no las hago. Y vageo. Y me quedo en cama hasta las once. Como cuando era estudiante. Felices tiempos.

El viernes que teníamos que hacer un trabajito cerca de Vigo, lo aprovechamos para quedar con T y C, y ver su exposición, hablar e ir a cenar con ra, coste, kate y jeansol. Luego, copita en el Vaux y para casa. Ese sábado estuve muy muy hecho polvo.

La semana siguiente tocó currar, pero sin excesos. Como hemos ganado lo que anduvimos preparando, ahora todos en fenomenal y de colores. Menuda mierda. Aunque soy perfectamente capaz de poner buena cara, esto ya no es lo mismo. Las gestiones van siguiendo su curso, seguimos levantando la puerta de atrás.

El día que salió la versión extendida del Retorno del Rey corrí al corteinglés, donde se había agotado. De ahí a Alcampo, nada. Por suerte en el Carrefour quedaba una. Después de verla por supuesto pensé un extenso post que nunca verá la luz.

Me gusta la trilogía? Pues no lo sé. Tiene puntos a favor, pero los puntos en contra pesan mucho. Está claro que las películas están enfocadas hacia el espectáculo, y lo que prima es la línea básica de destruir el anillo. Pero por el camino hay tantas cosas que se quedan. Cosas que me gustaban tanto o más que esa línea argumental, lo que enriquecía el asunto. La verdad es que más, siempre me acaba gustando más lo presuntamente anecdótico.

De lo mejor, como siempre, lo extras. Para caerse la baba del trabajo, cariño y dedicación que hay detrás. Muy solidarizado con esos currantes empujados hasta el límite por su jefe. No puedo dejar de pensar en mi trabajo. En ambos se emplea una filosofía similar: si queda mejor, si mejora el resultado final no importa el trabajo que lleve, el fin lo es todo, el resultado es lo que cuenta. Punto. Claro que la diferencia fundamental es quién está detrás empujando, verdad? Y cómo se implica, cómo se lo curra. En fin, partiendo de la base que no hay jefe bueno, está claro que hay gradaciones.

Ya me estoy extendiendo...

He bajado mucha mucha música. Tendré que esperar a enero para ponerme a hacer listas. Si las vacaciones pasadas fueron de Erlend Oye, Kings of Convenience, Autour de Lucie, Jens Lekman y varios recopilatorios de The Walkabouts, estos días están siendo de Giant Sand, Matthew Sweet (hacía tiempo que una canción no me entraba tan directa a la vena como The Big Cats Of Shambala, entre Beach Boys y los Flaming Lips, RDL dixit) y sobre todo A Girl Called Eddy (grandísimo disco, el out of seasson de este año, sí RDL, sí, Prefab Sprout, Carpenters, Bacharach...) Este último RDL tiene grandes sugerencias. Por no hablar de lo bonito que es ver la crítica al concierto de las CocoRoise y Antony, y la reedición del disco de Antony que compré en el concierto. Se supone que el nuevo disco va a ser una de las sensaciones del año que viene (guau, guau, guau, tu y yo lo sabíamos?)

Saturado de navidades. Prohibición de tanto desparrame de sensaciones. La gente alterada. O de los nervios o estúpidamente amable. Y estas alteraciones repercuten en situaciones familiares atorrantes. Lo único positivo, ver a gente que de otro modo ni de coña. Parte negativa, llamar a gente que hace un año. Y por qué coño hace un año, en la misma ciudad?

También llevo unos días asocial. Lo necesitaba.

vigo, diciembre 04



Feliz cambio de año. Feliz entrada en una nueva vuelta de rueda.

sábado, 4 de diciembre de 2004

primera semana de diciembre

hacía quince días que no tenía un desayuno tranquilo. Que no tenía que salir corriendo por la puerta, robando unos minutos a cosas prescindibles y placenteras, esas que te alegran el día, para tener la sensación que tenía más tiempo por la mañana, que tenía más tiempo por delante, que a lo mejor podía perder un poco el tiempo a lo largo de la mañana leyendo blogs o yo que sé. A veces cinco minutos por la mañana pueden ser el filo entre mi buen humor y mi mal humor.

He dejado de escribir estos días por falta de tiempo, falta de ganas y falta de temas. El viernes pasado volviendo a Coruña con D. dijo que iba a dejar de quejarse. Me pareció bien. Dejar de lamentarse, quitarse esa sensación de mártires. Superar esta situación. Y claro, me quedé sin que escribir. Patético.

El fin de semana pasado fue de traca, pero el trabajo bien hecho por lo menos me reconforta. Esta semana se suponía que iba a coger vacaciones. Pero he acabado trabajando hasta el viernes por la tarde hasta las tantas. Han saltado temas que estaban durmiendo el sueño de los justos.

Por lo menos me voy con todo más o menos atado. Pero no creo que me separe de esa sensación ocasional cuando suena el móvil, será de la oficina, será que hay que volver, será algo que he hecho mal, será un disgusto. Hay veces que el tonopolitono del móvil me angustia.

Tango diez días por delante, en parte ya cubiertos mentalmente con planes apetecibles.