viernes, 23 de abril de 2004

otros momentos

estoy delante del ordenador, con 0 ganas de ponerme con el trabajo, cierto malestar muscular en la espalda y fastidiado con el ruido de la reforma que están haciendo en la oficina. Se nota en el olor del aire que hace buen tiempo. Veo por el reflejo del monitor que el cielo esta azul. Que aún están amarillas las xestas y los tojos, y que con el verde hacen una combinación que siempre me ha parecido barroca, muy barroca y antigua, como galicia.

Leyendo a willy me he acordado de un momento de esta semana que quiero dejar en el blog. Fue el miércoles. Lleve un cd con el trabajo y un ejemplar para que vieran el resultado final a la fotocopiadora. Fui en coche y lo dejé en el parking más cercano, porque en cuanto saliese me marchaba para casa. Llevaba todo el día con amagos de agua. Cuando entré en la tienda caían unas gotas, cuando salí había arreciado, y cuando estaba ya en el coche cayo una manta de agua. Una inmensa nube se desplomó sobre la ciudad. Abrí la ventana para oler, pero me salpicó el agua las gafas, cosa que odio, y volví a cerrarla. Apunto de salir de la ciudad pasé por una de las zonas monumentales y vi como caía el agua de un tejado si canalón en la acera piedra. Como salpicaba la piedra, como rebotaba el agua sobre los charcos.

Puedo quedarme horas viendo como cae el agua, de cualquier sitio a cualquier parte. Pero el agua sobre la piedra tiene algo especial. Recuerdo Arrebato, como Cecilia se droga para quedarse mirando fijamente la muñeca de Betty Bop durante horas, el protagonista le dice que así es más fácil. La primera vez que vi esta película me di cuenta lo preciosa que es la capacidad de quedarse durante tiempo indefinido mirando. Sin más.

Después de un día especialmente jodido, en ese punto, en el coche, viendo el agua sobre la piedra, abrí una ventana y olí.
en los días de mi vida...

o como dice Erykah what a day, what a day... en esta semana tenía previsto dedicarme a lo que estrictamente se puede decir que era mi trabajo. Pero... siempre hay un pero... nos (me) cayó un pequeño marrón de la superoficina. Al destapar la caja pudimos comprobar como la mierda no paraba de salir y el equipo de contención no da más... Ayer lo terminamos. Hoy se ha presentado. Y yo estoy desfondado. De todos modos, he recogido los restos de fuerza y ganas que quedaron tirados por la oficina, los estoy pegando con farmaton complex y a ver que soy capaz de hacer de este fin de semana.

Lo saben los monos que me cojo dos semanas de vacaciones después de esto. A descontar los días de trabajo de fin de semana. Por mis niños, que no tengo, que dos semanas mínimo. Sí, esta vez si que ha sido lo peor. O no?

lunes, 19 de abril de 2004

je suis anti.

Durante la semana llegó a su destino un paquetito de contra, pero sólo hasta el sábado pude comprobar su contenido. Genial. Iban a tener una entrada en el diario, claro. Miles de títulos, cada cual más fácil: ya soy, ya estoy, ahora si que sí, soy moderno, the lord of the chapas... Requetepreciosas. Y el CD que incluía es buenísimo. Felicitaciones a L. (supongo) Oi oi oi, ese momento China Crisis...

Bajar a casa de mis padres y tener que trabajar el fin de semana es una combinación extraña. Pero en vista de que tenía más tiempo, tampoco fue muy agobiante. Y en estos casos da igual que sea domingo, que viernes que lunes. Y sólo en la oficina, sin llamadas, sin voces, sin gente, pues mejor.

Desayunando con un suplemento cultural, veo que he leído el número uno en ventas y que ahora estoy con número dos. Si trasladamos esto a discos es como escuchar Bisbal y la Oreja esa. Me da que pensar.

Buscando algo para el cumpleaños de uno de mis hermanos entre en Alita, tienda de comics de Coruña. Había tantas cosas para mí que me fui sin nada. Un DVD con una película animada de Moebius, que por cierto está haciendo otra de animación por ordenador, la reedición del Arkan Asilum, la colección completa del Sandman de Gaiman. Demasiado saturante.

Compré tarde el RDL porque el anterior estaba muy reciente. El que ha escrito la crítica sobre el concierto de Belle&Sebastián es gilipollas. Sin más. Hay un montón de cosas apetecibles para bajar pero ando mal de tiempo. Sigo escuchando mucho Air. Me he re-prometido que no me pierdo a Lambchop en Pontevedra.

Hoy me he vuelto a despertar a las 5:30, con lo cual he andado todo el tiempo con sensación de haber dormido sólo hora y media.

anti


ciudad


oficina


viernes, 16 de abril de 2004

tren

el miércoles se puso un tren en marcha que amenazó con aplastarme con fecha del próximo viernes. Afortunadamente (espero) pasará por estación terminal la siguiente semana. Seguro que coleará una poco más, pero me habré quitado uno de los grandes pesos que voy arrastrando desde hace meses. Aunque no vamos sobrados de fuerza este fin de semana trabajaré para evitar problemas. Espero que me cunda el tiempo.

Esta semana se ha producido uno de esos episodios que hacen que te suba un poco el ego. Los comentarios positivos por las fotos hacen que me sienta bien (i'm an artist, honey, you know how that feels? que decían los Pet) un poco menos enterrado debajo de los papeles que se van acumulando en la mesa de trabajo, de los miles de temas pendientes, de los documentos prometidos que nunca llegan a tiempo, de las previsiones de facturación y grados de avance de los trabajos.

También conocer a personas a través de la pantalla y el teclado. Poder ampliar horizontes desde el puesto de trabajo es algo que no deja de sorprenderme. Y me gusta.

Esta semana he oído mucho el último de Air. Es seductor. Me he bajado el último de Sakamoto. Qué difícil es seguirle. Después del ese preciosísimo Casa, ha colaborado con un montón de gente, ha sacado otro recopilatorio doble, y este que parece que sólo sale en Japón. Tiene mucho instrumental, con mucho riudito y laptop y tal. Pero hay una canción con David Sylvian (otro imposible de seguir) preciosa.

Por lo menos ahora estoy más tranquilo y en un estado mental suficientemente armando para afrontar un fin de semana en la oficina.


[p.d. nadie ha comentado la varieté by weekend]

lunes, 12 de abril de 2004

la varieté by weekend

por fin el viernes fuimos a ver KillBill, que es como una bigmac, cine hamburguesa. A mi me gustan las hamburguesas. Aunque si ha tardado seis años en hacer esto... Factura impecable. Pero es una gran broma, un divertimento. La he visto con una sonrisa.

El sábado conseguí convencer a M. para que fuésemos a Santiago. Tenemos una cierta alergia a esta ciudad fuera del horario laborable. Pero hizo un día impresionante, y hasta nos pareció muy bonita. Nada que ver con la vuelta del lunes, claro. Fuimos a las viviendas de la Vaquería, a la vivienda del presidente y a los jardines del pazo de Vista Alegre.

Lo más parecido a la semanasanta que hemos hecho es ver Cleopatra. Cuatro horas de glamur en technicolor. Al comenzar la película lamentamos no tener una estampita de Terenci para ponerla al lado del televisor.

Tengo pendientes un montón de cosas y en estos días no he sido capaz de terminarlas. Pero estos días me han venido muy bien. Aún así el domingo me desperté a las ocho de la mañana pensando que me había quedado dormido y no había puesto el despertador. Tarde unos eternos segundos en darme cuenta que era domingo. Estaba convencido que era lunes. De hecho no he dormido bien, de un tirón, ningún día. Creo que es un poco de angustia.

Como terminé enseguida el Código Davinci (100% adictivo) he empezado La sombra del viento de Ruiz Lafón. Es agradable. A ver si este año cojo carrerilla, porque el saldo del año pasado fue un poco paupérrimo.

He oído muchísimo Ladybug Transistor. Han hecho un gran disco. Me ha dado cuenta que la edición del Soft Bulletin que me bajé hace tiempo no coincide con los créditos de la carátula. Ya me había pasado lo mismo con Yosimi. He decidido que a próxima vez que lo vea en una tienda me lo voy a comprar. También me voy a comprar el Absent friends, que es un gran gran disco y que también he oído mucho estos días. Ya está bien de tanto bajar.

Me he agobiado mucho hoy en la vuelta al trabajo. Y he salido tardísimo por un marrón heredado.


trasteando en el niño. viernes


tarde de sábado



lunes, 5 de abril de 2004

puente involuntario

Hoy me desperté a media noche con un dolor muy raro en el pecho. Intenté cambiar de postura, pero al final me tuve que levantar y bajé a beber agua. Al rato volví a meterme en la cama y me quedé dormido. Aunque me volví a despertar varias veces. M. me convenció para que fuese al centro de salud. Nunca había ido solo, de propia iniciativa. Las ventajas de tener un médico en la familia. Estaba preocupado por si era algo un poco serio. Después de sudar un poco y de una consulta muy rápida salgo con una gripe, una infección de garganta, un justificante de consulta para la empresa, dos recetas para doparme y tres días de descanso por delante. Con todo lo que hay que hacer. Menos mal que B. vuelve hoy de su convalecencia y me puede echar una mano si hay algún problema.

El sábado arbolamos el niño. Toda la mañana para colocarle las velas y hacer una pequeña salida a motor, porque para sacar las velas se hizo muy tarde. Llevé la caña un rato, bien. Aunque tampoco tiene misterio.

Por la tarde quedamos con L. G. y J. Llegamos tarde porque nos retrasamos como siempre. Fuimos a cenar y M. sufrió un cariñosa encerrona de G. y L. que le cantaron un poquitín las cuarenta, porque hay veces que pierde las formas. Aunque ser jefe no es plato de gusto.

El domingo ya no estaba bien y lo pasé vegetando todo el día en casa.

Hoy por la tarde ya hemos tenido un problemilla en la oficina. Seguro que se soluciona mañana sin problemas.

El doping me ha dejado hecho polvo el estómago. El antibiótico sabe a plátano y me repite como una indigestión.

No me lo puedo de creer. Tengo vacaciones por la vía indirecta. Pero verás como me pierdo KillBill.

viernes, 2 de abril de 2004

cosas bonitas

antes de que me pille el tren del fin de semana tengo que escribir algo.

El fin de semana pasado fue raro. Anímicamente, emocionalmente. El sábado por la tarde me llamó mi hermano mayor porque están haciendo limpieza en casapaterna para habilitar mi antigua habitación en un estudiete, por un trabajo que le ha salido. Ahí están mis apuntes de la carrera, mis cuadernos de proyectos-prácticas de estructuras y dibujo, los rollos de planos de cuando aún se delineaba todo a mano, el cartel de sanfermín que hice con J, mis cintas, mis libros y revistas de arquitectura (compradas y robadas) Y miles de cosas que han ido dejando el resto de la familia. Tiré un montón de cosas (a quien le importa las instalaciones, la legislación o las practicas del método de cross) He guardado mis cuadernos con miles de dibujos, que el otro día me enteré que son dibujos automáticos. Mis obsesiones. Recuerdo que cuando publiqué unas ilustraciones en una revista de estudiantes mi padre me preguntó si me pasaba algo, si tenía algún problema.

Hacía mucho tiempo que no veía lo que pinté al final de la carrera. Muchos son sonrojantes. Tan ingenuos. Pero hay un par de ellos de los que estoy especialmente contento.

Estos días he hecho muchas fotos por la carretera, aprovechando una cuantas visitas de obra. Supongo que ahora que estoy un poco más tranquilo, aunque no menos agobiado de trabajo, intento escaparme buscando ideas para dibujar. Llevo unos cuantos años dándole vueltas a retomar el tema. Almacenando en el archivo información, por si algún día tengo un pequeño espacio para ponerme a ello. Mi secreta aspiración. Intentar no rendirle cuentas a nadie.

Vimos La mala educación. Opiniones encontradas. Creo que los personajes están tan el límite que o la actuación está clavada o pierde mucha credibilidad. El cura y del ex-cura geniales. Pero Gael... no. Y Fele tampoco. De todos modos es un poco farragosa. Da la impresión de necesitar hacerlo complicado para hacerlo interesante. La comparación con la Ley no la resiste. La Ley sigue siendo la Ley. Pero seguramente en un segundo visionado gane puntos. Es lo que me ha pasado con casi todas desde Átame, salvo Kika, que esa no hay por donde cogerla. Ahora quiero ver KillBill.

Buen fin de semana, se desea.