puente involuntario
Hoy me desperté a media noche con un dolor muy raro en el pecho. Intenté cambiar de postura, pero al final me tuve que levantar y bajé a beber agua. Al rato volví a meterme en la cama y me quedé dormido. Aunque me volví a despertar varias veces. M. me convenció para que fuese al centro de salud. Nunca había ido solo, de propia iniciativa. Las ventajas de tener un médico en la familia. Estaba preocupado por si era algo un poco serio. Después de sudar un poco y de una consulta muy rápida salgo con una gripe, una infección de garganta, un justificante de consulta para la empresa, dos recetas para doparme y tres días de descanso por delante. Con todo lo que hay que hacer. Menos mal que B. vuelve hoy de su convalecencia y me puede echar una mano si hay algún problema.
El sábado arbolamos el niño. Toda la mañana para colocarle las velas y hacer una pequeña salida a motor, porque para sacar las velas se hizo muy tarde. Llevé la caña un rato, bien. Aunque tampoco tiene misterio.
Por la tarde quedamos con L. G. y J. Llegamos tarde porque nos retrasamos como siempre. Fuimos a cenar y M. sufrió un cariñosa encerrona de G. y L. que le cantaron un poquitín las cuarenta, porque hay veces que pierde las formas. Aunque ser jefe no es plato de gusto.
El domingo ya no estaba bien y lo pasé vegetando todo el día en casa.
Hoy por la tarde ya hemos tenido un problemilla en la oficina. Seguro que se soluciona mañana sin problemas.
El doping me ha dejado hecho polvo el estómago. El antibiótico sabe a plátano y me repite como una indigestión.
No me lo puedo de creer. Tengo vacaciones por la vía indirecta. Pero verás como me pierdo KillBill.
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