miércoles, 13 de octubre de 2004

rutina

desde que la Duquesa me dijo en la fiesta de Contra que odiaban mucho a mi jefe, he estado un poco traumatizado. Porque en el fondo soy un pedazo de pan y me da pena (y un cierto cargo de conciencia) el fomentar odio a una persona. Quizás sea el que últimamente me autocensuro cuando juzgo a la gente (o será simplemente pereza? o será que prefiero no tener opinión de los demás?) o que empiezo a imbuirme de esta espiritualidad oriental tan de moda, en el que el mal que generas te vendrá de vuelta. De hecho he tenido que pedir a gente que trabajaba en el proyecto que entregamos la semana pasada, que omitiese la palabra "puta" como adjetivo calificativo en el título del proyecto, puesto que el mal rollo que podía generar iba a repercutir en su (nuestro) trabajo.

En fin, dicho esto hoy ha sido uno de los primeros días en el que el jefe se ha reincorporado al trabajo, con cierta normalidad. De hecho, mientras escribía esto, me ha llamado a capítulo y he sido confesado. Así que ahora, con el alma laboral más limpia, prosigo.

Ya la semana pasada, en una de sus fugaces visitas, fui interceptado y avisado que quería hablar conmigo. En ese momento se me hizo un nudo en el estómago, y el recuerdo de la vida antes de su receso temporal para terminar su trabajo, hizo que se me quedase muy mal cuerpo. Cada vez más harto de cargar con responsabilidades y marrones. Cada vez con más callo para aguantar la presión y con la sensación que, cada vez que tenemos un sprint mortal como la semana pasada, la cuerda se tensa más y el umbral de dolor va ganando en amplitud. Lo cual quiere decir que el grado de insensibilización aumenta.

He estado repasando cosas de hace unos meses y ya prácticamente ni me acordaba de ellas. Lo cual cuestiona el aprendizaje acumulativo este que tenemos. Sólo pedemos vivir al día si queremos sobrevivir. Y los mecanismos de defensa deletean toda la información que tendríamos que haber procesado, pero que la falta de tiempo hace imposible.

El miércoles pasado tuvimos que acercarnos a Lugo, y fue una pequeña depresión (Lugo es un poco depresión) el ver a la gente de riguroso invierno. Ayer saqué la ropa de invierno para ir al barco. Ha estado bien lo del temporal. Ya ha entrado el otoño-invierno. Ya hace frío. Ya volvemos a la rutina de verdad. Jop.

Que poquitas ganas de trabajar.

No hay comentarios: