de vacaciones, vuelta al trabajo y no me apetece hacer nada
resumen, sin par y sin modestia, de estas semanas. Hace unos días creía haber recuperado cierto pulso y tensión en el trabajo, pero va a ser que no. Porque el balance de estos días, aunque ciertamente más agradables, es más bien escaso. Por no decir prácticamente nulo. Vaya, no se venderme. He hecho muchas de las gestiones necesarias para el desarrollo activo del trabajo en curso y la necesaria actualización de los procesos que lleven al las conclusiones precisas para el cometido que nuestro amadísimo cliente ha tenido a bien contratarnos. Sí, verdad?
Las vacaciones empezaron de manera agridulce, un viernes de mañana muy muy larga con el jefe (agri) y comiendo con la M en el japonés de Santiago (so sweet). El resto de los días estuvieron presididos una meteorología desagradable, aunque con treguas. Lo peor, sin embargo fue la cancelación de los planes de huida al lujo de una gran ciudad, a las compras más o menos compulsivas y al hedonismo culinario. Una escapadita culinaria local, una visita cultural y poco más. Salvo descanso, vagueo y pachorra. El ideal de mi vida, parafraseando a un amigo emigrado no soy más burgués porque no puedo.
La vuelta al trabajo fue un horror. Si esta semana el tema es la astenia primaveral, yo comencé con ella hace dos. No conseguí llegar ni un solo día más o menos puntual al curro. Tampoco me preocupó. Una semana delante del ordenador leyendo blogs, viendo fotoblogs, abriendo archivos para luego cerrarlos, limpiando la mesa, lamentándome que tengo un asunto pendiente que hay que terminar y que el momento es este, ahora que el jefe está en sus asuntos... Y pensando en actualizar el blog, en hacer cambios, en seguir con la búsqueda de alternativas al curro...
El fin de semana cambiamos el barquín del pantalán a una boya, en vista que nuestra amada marina deseaba sablearnos duramente. Por lo cojones. Que manera más tonta de perder un cliente. Parece que hay mucha gente que está que trina. Días de limpieza aprovechando los servicios caros carisísimos que pagamos.
Esta semana he empezado recuperando un poco el ritmo normal de la oficina. Noticias positivas del curro, ahora que no está el jefe, y que Dg y yo nos podemos organizar solitos. Dg ha propuesto la utilización de una herramienta muy potente, que me hace mucha ilusión abordar porque pensaba que nunca en la vida iba a poder hacer. Además aprendemos en tiempo de curro, formación a costa de la empresa. Y ya hemos hecho planes para el futuro. Esto, y las vitaminas, creo que me han levantado el ánimo a nivel laboral.
Los temas dominantes de la semana han sido la muerte y la crueldad del mes. Creo que más que nada este mes (y previos) es terrible. En los recorridos que hago de manera habitual con el coche paso por delante de dos tanatorios. En estas últimas semanas los he visto siempre con gente. Pero el sábado fue especial. Al salir de casa, de camino al barco, pase por delante de la parroquia, había una boda. Con más gente fuera que dentro, incluso gente ya con cervezas en la mano, aprovechando el buen tiempo. Unos minutos después, por delante de uno de estos tanatorios gran aglomeración de gente. Y de remate, intentando evitar la feria del pueblo de la marina, pasando por un pequeño cementerio parroquial, un entierro de copetín. Si el universo nos habla, a parte de todas las obviedades más típicas, hay algo más?
Remata esta desazón dos correos recibidos ayer, uno detrás de otro, con temas de los que sientes, que te dejan con un nudo interior. En fin, vaya mes.
Oficialmente casi es verano. Este año, por pura pereza, no he terminado de sacar la caja con la ropa de invierno. Así que genial porque ya tengo toda la ropa de verano a mano.
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