Que raro ha sido el año pasado. Supongo que en gran parte por el cambio de trabajo. Aunque ahora echo la vista atrás y parece que Santiago queda muy, muy lejos.
En parte tengo la sensación que este año ha sido el año de hacerse más viejo. Supongo por ver que la vida laboral condiciona de manera brutal. Tan brutal como percibir que puede ser el último cambio de trabajo. Como pensar que las escaleras del portal pueden ser las mismas que subas hasta el día que puedas jubilarte. Pueden ser o van a ser. En todo caso un cierto vértigo, y activación del mecanismo de supervivencia tipo Scarlet O?: mañana pensaré en eso. Y he dicho mañana.
Ha sido el año de las canas. En septiembre-octubre me dio la sensación que podía ser una epidemia.
El año de las arrugas. Drástico descenso del coeficiente de elasticidad de mi epidermis. Hace años pensaba que bien las arrugas. Ahora no lo tengo tan claro. A biotherm me encomiendo.
En ambos casos, constatar que la genética es imparable.
En cuanto al trabajo, luces y sombras. Por un lado mejora la calidad de vida. Por otro el volver a hacerte con un método de trabajo nuevo. Lo peor quizás, las actitudes un poco infantiles de algunos. Bueno no, lo peor es la música, lo peor es la radio. En este momento hay un remix de unpasitopalantemaría, cortesía de radiogalega. Un horror.
Otro punto que cotiza en negativo es que mi labor consiste en escribir. Y, bueno, es saturante. Pero compensa porque (casi) nadie me dice como tengo que hacer las cosas. Y en positivo también I., que es un cielo de paciencia infinita.
Luego están nuestras esperanzas laborales en un futuro mejor. Nuestros proyectos que nos dan más disgustos que alegrías. Que nos quitan buena parte del fin de semana. Que nos hacen ver con envidia a la gente que consigue salir adelante, por suerte o por lo que sea, que consiguen sacar a flote sus proyectos. Costes, gastos, inversiones, esfuerzos, dispendios.
Pero siendo un poquito, sólo un poquito optimistas, tenemos un par de proyectos que pueden ser un buen modo de salir adelante.
O hundirnos en el abismo, claro.
También apuntar la finalización laboral en la administración local. Aunque hay cierta expectativa de que de esto salga algo. Pero esto ya es otro cuento, otra historia. Para no dormir en algunos de sus capítulos.
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