viernes, 26 de septiembre de 2008

pequeños placeres

La reforma de la casa de mis padres se está largando más de lo previsto. No es que me preocupe demasiado, pero por momentos es estresante. Sin embargo hay que reconocer que he disfrutado con muchas cosas. Y la mejor ha sido pasar una tarde eligiendo las luminarias. Estos días me han remitido el presupuesto y suma todo una pasta. Pero como todo el mundo está contento, todo ha sido aceptado.
Me he dado un par de gustazos, que me compensan. Y claro, concluyo que este tipo de cosas son mucho más satisfactorias que la profesión esta que se supone que estoy viviendo.
M. ha sido un poco cruel y ha dicho que me pega. A la decoración, se refería. Que cab_rona.
Eso sí, yo encantado.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

(es por tu salud mental...)
el elegir trapitos siempre ha relajado...
(sobre todo si puedes pagar el de diseño, que viste mucho más)
m.g´

Alfredo dijo...

Donde esté una buena araña de esas con mucho dorado y cristal de roca, que se quite todo el diseño nórdico, hombre pordios.

jm dijo...

ay m.g´, ay, no sabes la razón que tienes, que ya te lo he dicho más de una vez.
(p.d. la m.g´ es la M. del post, que maja que es)

señor alfredo, no sabe usted que es la desgracia de mi vida? yo quise ser nórdico antes de que esto del minimal (que reconozcámoslo, no existe) de mercadillo acabase con el (poco) buen gusto que nos rodea.

Anónimo dijo...

huyss, cuanto vicio lumínico ;-)... Y los torpedos ¿a dónde han ido?.