lunes, 23 de agosto de 2004

Again (egueinaneguein)

No hay como tener un marroncete la semana que vuelves a trabajar para constatar que todo sigue igual. Un año más, un verano más.

Hemos tenido una semana de micro-monzones. Como aquí todo es a escala local, no se puede decir que hayan sido monzones, sólo micro-monzones. El clima está cambiando, sí. Y aquí, en el sorteo, nos ha tocado subtropical qtkgas. De hecho este mes esta siendo el segundo más lluvioso del año. Porque también los meses tienen sus competiciones, como las Olimpiadas.

Que injusta es la gimnasia deportiva. Que buenos algunos comentaristas y que malagente es la griega: más que aplaudir el ejercicio o su nota parece que están celebrando que ha sacado menos puntos y que el griego sigue en cabeza... el público sigue recordando a los jueces que quieren que gane el griego...

Fin de semana de manga-sesiones: Nausicaä of the valley of the wind, Vampire Hunter D y media serie de Wolf?s Rain y otras pequeñas anomalías. Que raros son estos japoneses. El pueblo más vorazmente consumista y el que insiste una y otra vez en sus argumentos de una tierra a punto de ser aniquilada por el hombre y que se revela, o una tierra que se ha revelado contra el hombre, maldiciéndolo y haciéndole pagar por sus abusos, con esa visión natur-panteísta-cosmológica. Que grande es Miyazaki.

Siempre me ha llamado la atención la entonación que tiene el japonés. Desde que vi por primera vez una película japonesa en V.O. (La fortaleza escondida de Kurosawa) Es algo como sutilmente arcaico, las expresiones, las inflexiones al manifestar estado de ánimo, las diferencias entre hombres y mujeres hablando, el mando y la sumisión... si esta mañana me aburro en la oficina (que lo haré seguro) trastearé en google a ver si encuentro un curso de japonés.

Completando el ciclo japonés, quedé el sábado con M. para una cena rápida en local étnico-pijo: sushi y tempura. El sushi estaba un poquito rancio. Menos mal que compensamos con postres europeos. Conversación muy adulta: la comida (postres y chocolates) como sustituto del sexo. La anterior había girado, entorno a un crepe dulce, sobre olores, recuerdos y sexo. Nos abocamos a la cuarentena sin remisión.

Durante la semana un par de conversaciones, un poco deprimentes, sobre la cuestión general de: cómo está el país y el otoño va a ser caliente. Muy deprimente todo, el quítate tu para ponerme yo y la injusticias históricas, lo históricamente cafres que somos y la gran cultura democrática de este país. Me da un ataque nostálgico-nacionalista, cosa que no me gusta demasiado. Creo que ahora me pido ser artista consagrado en isla desierta o poco poblada.

El martes, con un poco de suerte, daremos por finalizado el exilio y volveremos (aún más) a la normalidad.

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