no es que sean cortas
es que hayan sido microscópicas, estas vacaciones. En un plisplas me encuentro de nuevo en la oficina, sin haber actualizado el blog, con llamadas pendientes, trabajo y una sensación de poca angustia en general. Pero no hay queja. Como siempre he querido hacer más de lo que mi vagancia vacacional me permite. Sin más.
Después de una amenaza de ir al juzgado, hemos conseguido que se solucionen parte de los problemas del barco y el resto queden, esperamos, bien encauzados. El jueves quedamos con el arcángel para salir y, pordios, al final salimos. Aunque se esperaban nubes y lluvias dispersas, al final tuvimos un día radiante. El día anterior había caído una tormenta de verano espectacular. La verdad es que el puerto tiene un cielo muy espectacular. No sé porque circunstancia geográficas, de configuración de vientos y corrientes térmicas o que conio, pero hay unas nubes, un cielo y un color que realmente me encanta. Los días anteriores estuvimos con cientos de pequeñas cosas, que parece mentira que algo tan pequeño tenga tanta chuminada. Pero el resultado es más que satisfactorio. En la salida esperábamos más viento, pero no hubo mucha suerte. Aunque casi mejor, porque poner a punto todo el sistema de cabos y rizos tiene su miga, y hay cosas que aún tenemos que pulir. De todos modos el arcángel está muy contento con el barco, tiene un muy buen comportamiento y con su tamaño y peso consigue moverse con cierta soltura con poco viento.
Me quemé todos los brazos, así para variar, porque aún llevando la crema de protección no me la puse. La cara la salvé entre las gafas y el gorro. Pero he pasado unos días con los antebrazos tipo gamba inglesa. Aunque no sé si hubiese sido buena idea lo de la crema, porque la protección 33 y 1/3 que me tengo que poner es un pringue de mucho cuidado.
El viernes quedé con M. que me recordó que hacía casi 5 (cinco) meses que no quedábamos. La suerte es que siempre me lleva a sitios fenomenales, a los que luego le cuento a M. que tenemos que ir y luego nunca vamos. Estuvimos de palique durante varias horas. De camino al curro de M. me encontré con J. Estuvimos un rato de cotilleo furibundo y como este fin de semana andaba libre quedamos el sábado. Quedamos en su estudiete, en casa de L. y yo me volví a morir de envidia por la casa que tiene. Lloramos por nuestros trabajos, en plan terapia de grupo (como el fancine ese de arquitectura que habíamos hecho en la escuela) y rajamos de la administración, la universidad y los incompetentes. Por la noche opté por las Memorias de un asesino, entes de quedarme en casa zapateado. Curiosa e interesante película.
El fin de semana en casa de mis padres fue una vuelta, moderada, a los problemas de siempre. Cuando era pequeño y empezaba un cuaderno en el colegio, era como hacer borrón y cuenta nueva. Pero con la familia no hay cuenta nueva que valga. Así que, por momentos, vuelvo a entrar en un situación que ya no es la mía, pero tampoco ha dejado de serlo. Aún así, los dramas, con el tiempo, son menos. Y todos vamos cogiendo callo. Unas horas más tarde las cosas vuelven aparentemente a su sitio.
El domingo vi, casi casi entero, el Drácula de Coppola. Así que en muy pocos días, he visto la saga principal completa (sin contar segundas partes, novias y demás aledaños) Es la que más me gusta con diferencia.
buenos momentos
No hay comentarios:
Publicar un comentario