jueves, 30 de septiembre de 2004

diosmio, se ha acabado el paracetamol...

... y las reservas estratégicas de acidoacetilsalicilico están bajo mínimo, de hecho sólo queda una. El botiquín de la oficina está a punto de dar de sí. Se puede acabar el toner de la fotocopiadora, el papel del plotter, los cartuchos de tinta de las múltiples impresoras, incluso los cabezales, el papel higiénico o el papel perforado. Pero que se acabe el paracetamol es síntoma claro, muy claro, de que algo no funciona bien.

Desde hace años se puede comprobar el nivel de estrés de la oficina tan sólo con echar una vista a nuestro botiquín. En una temporada normal junto a las gasas, mercurocromo, esparadrapo, pomadas y lizipaina de toda la vida, se pueden encontrar unas cuatro o cinco cajas de termalgin (que asco, novartis es una de las empresas que más invierte en investigación con transgénicos) y otras tantas de aspirina. Pero en temporadas altas, las reservas disminuyen a ritmo de consumidor compulsivo. Hace unos días agoté mis reservas personales (me cojo una tableta entera, para evitar paseos y distracciones, y concentrarme en mi trabajo) y al acudir al botiquín corporativo comprobé con estupor que había sido arrasado... tan sólo unas tristes aspirinas. Me acerqué con cierto disimulo al área de secretaría y comenté al personal: se ha acabado el paracetamol... bueno, hay que volver a pedir, respondieron. Yonkis... le faltó decir...

Pero hoy puedo constatar que en la oficina sólo queda una aspirina. Esto va mal, muy mal.

No hay comentarios: