viernes, 5 de diciembre de 2003

invierno

Después de un par de días de sinvivir, hacemos la presentación del trabajo y salvamos el tipo. Muy bien trabajar con JC, la verdad es que infunde una cierta tranquilidad que contrarresta la tontería del jefe. El cliente es majo. Pero ya tenemos fecha para la siguiente presentación con el super-cliente, el señor oscuro de esta historia. No puedo evitar comentar que después de la presentación fuimos invitados a comer por el jefe a un pans & company, diosmiodemivida que he hecho yo...

Hoy tocaba visita, y a la vuelta, dejando las preocupaciones detrás, pude disfrutar de un precioso día de invierno soleado. La costa, el interior, la luz de invierno, los árboles, el aire helado, vitesse en el coche. En el coche hacía suficiente buena temperatura para poder abrir la ventana y oler el mar y la tierra húmeda. Con ese sol pálido que hace que brille el agua que hay por todas partes. Un lujo a paladear despacio. Y como todo lo bueno es breve, una llamada al móvil del jefe me devuelve a la realidad más áspera. Luego se le estropea la tarde a M. y parte de los planes de este fin de semana penden de un hilo. Pero la semana ha pasado, empieza la planificación de las vacaciones de navidad. Y supongo que la vitamina que he sintetizado hoy al sol me hace ser más optimista.

Durante los momentos de nohisteria he leído unos artículos interesantes de arquitectura. Debería de escribir algo, porque luego se me olvidan estas cosas. También ha habido un par de conversaciones breves, con compañeros de trabajo que hacen ver que en este mundo siempre, siempre, alguien anda más jodido que uno. Sí. Pero mi jefe tiene bonus.

Buen fin de semana, se desea.

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