sábado, 12 de junio de 2004

lo que no

haciendo tiempo antes de que la 2 se digne a poner A dos metros... hay una serie sobre la casa blanca. No está mal. Tampoco es que sea para tirar cohetes, pero tiene sus puntitos. Esta semana además de esperar en vano por que no pusieron a la familia enterradora, el capitulo sobre lo guay que es el sistema me produjo una cierta crisis de ansiedad y taquicardia. El ver gente corriendo de un lado para otro, con mil temas pendientes, ágiles respuestas a complicadas preguntas, todos siempre muy frescos, como si no llevasen ocho horas de curro infernal encima, puyas, luchas de poder, engaños y subterfugios, cómo argumentar para luego decir que esta negociación debe reconducirse sin levantar suspicacias que puedan... agotador. M. dice que la Administración es así. Yo me lo creo. También me suena a cosas que he percibido. Bueno, sólo en parte, por que también conocemos a otra parte de al Administración que no es así para nada.

Se ve o, mejor, se intuye que detrás de reacciones y comentarios de jefes y clientes hay un submundo (o altomundo, por que esto es como muy high) de relaciones de poder, de reparto de cuotas, de medallas. Una especie de nebulosa que se va aclarando cuanto más te acercas. Y que va dando un caracter de normalidad a cosas que antes pensabas que eran anormalidades. Las cosas son así, dicen. Las cosas no son así, no. Las cosas las hacen así. Lo curioso es que muchos comportamientos tienen un punto infantil. Estas tiranteces de lo tuyo-lo mío que son de patio de colegio, celos y celitos, choques personales, gente que pierde el culo por colgarse la medalla... Parece que todos vamos en la misma dirección, pero sólo lo parece. Otro de los camelos de la gran empresa, la familia feliz. Un puto coñazo. Y no me interesa. Esta gran escala de las cosas, no me interesa. Y me supera.

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