no more estres
Lo peor del comienzo de la semana no son los lunes, son los domingos por la noche. Hay un momento, hacia la última hora del día, donde siempre me asalta el pensamiento de: joder, mañana hay oficina. Y yo que estaba haciendo el viernes? Qué había previsto para la semana que empieza? Es un pequeño momento de angustia. Intento hacer memoria rápidamente y olvidarme del tema. Quizás, como estrategia de olvido, intento alargar la noche del domingo al máximo y acabo acostándome a las tantas, sabiendo que al día siguiente lo voy a notar.
El viernes por la tarde una pequeña reunión con unos contratistas. La han cagado, pero tampoco es grave. Lo arreglan, sin problemas. Son tan majos, que empiezo a sospechar. Luego quedé con M. Como no sabíamos a donde ir a tomar unas tapas, acabamos en un chino. Cotilleamos sobre conocidos. De una amiga que es de guión de película de psicópata, y de bodas y parejas varias. Como tiene que ayudar a una amiga cogemos algo de comida y nos vamos al pisín donde curran. J. nos hace un superté y nos liamos con mil chorradas. Todo menos trabajar. Me entero que un amigo suyo dibuja en un suplemento de comic de un periódico regional con ínfulas de nacional. Aprovecha cualquier cosa como argumento, un encuentro amoroso en un país extranjero o el cuento inventado de un niño. Incluso tiene una dedicatoria cuando aprobó el finde. Me gusta mucho como dibuja. Ahora lo leeré todos los domingos.
El sábado por la mañana de investigaciones sobre cómo conectar dos ordenadores a un modem. Imposible. R no sirve routers a particulares. Tengo que hacer una red en casa. Que bien. Así se trabaja. Esto es progreso. Decido que nunca más voy a comprar cds regrabables de oferta. Sólo los compraré si tienen una cubierta lisa y sin miles de letras. D. me ha comentado que compre de casas que no pagan el canon este de SGAE. Un robo. Me pasa unos links para informarme: aquí y aquí. Pero no las encuentro.
Por la tarde puedo ir con M. a ver la exposición de Mies en la fundación Barrié. Si el edificio refleja el gusto tan coruñés y tan de esta sociedad, el interior es espacialmente cutre. Entrar a un espacio principal que es el culo de un auditorio es de lo peor. La exposición no es mala, pero deja mucho que desear en lo formal. Hay una foto ampliada del pabellón de Barcelona que vayapordios. A estas alturas no es que vayamos a decir nada nuevo sobre Mies, pero si sirve para hacer ver a las señoras de aquí y sus maridos promotores que hace 70 años!! se hacían las cosas con más intención, con más cabeza, con más profesionalidad y con más oficio(véase que se omite cualquier referencia estética y/o artística) pues ya sería para que nos aplaudieran la orejas. Y es que la cosa está, de verdad, fatal.
En una especie de altillo o doble-altura (que habría dicho cualquier profesional del ramo) se encuentran los proyectos que han realizado los becarios de la Fundación, para un edificio de formación de la misma. Supongo yo que son la cream de la cream, haciendo arquitectura de postín. Pues no. El hijo de un arquitecto muy famoso, y que todos veneramos, hace algo que no está mal, pero parece un proyecto de escuela. Unos madrileños que no conozco hacen el proyecto fashion vía Japón. Un conocido de la escuela demuestra que lo nuestro es la sobriedad. Unos compañeros (que han tenido un niño y que sacan en su foto, porque como lo hace el Klotz y queda tan guay...) hacen algo interesante vía Jacobsen. Más cajitas de otros, en bloque o descompuestas. El hermano de una compañera hace una kkita que es para suspenderlo y que vuelva a hacer la carrera. Y como postre final me encuentro a un alto cargo de la administración pública que hace también proyecto. No doy crédito. Vale que no es funcionario, vale que ha sido becario, pero: qué necesidad tenía de presentarse? Y ahora que va a hacer la Fundación? Le van a dar el premio para que lo construya? Joder, que torpeza. Y mira que me cae bien, pero, jooooderr. Pues todo un poquito bluf. Si esto es la cream yo diría que va un poquito baja en calorías de más. Eso sí, es una dobledosis de cajitas.
Y por la noche, como me quedo solito, me voy a ver El retorno... por segunda (sólo) vez. Consigo una buena entrada a pesar de ir en el último momento. A mi lado se sienta un grupo de pequeños energúmenos que además de sus palomitas y cocacolas y chocolatinas se traen una pizza!! Ya había visto a gente que se traía el bocata o un más discreto sándwich, pero una pizza... Con su caja de telepizza y todo. Yo no sé como los han dejado entrar. Al cine no se viene a comer, ni a cenar. Recuerdo eso que siempre comenta M. de la saturación de los sentidos. En fin, por lo menos no comentan la película ni hacen mucho ruido.
El domingo me engancho definitivamente a Edison Woods y le doy un empujón a Alta Fidelidad. Menos mal que me gusta, porque estoy tardando en leerlo un montón. La verdad es que es buenísimo y si no lo leo entresemana es para poder saborearlo con más tiempo. Y por que soy un vago. Pero le queda un suspiro y lo voy a terminar esta semana.
Este lunes empecé con mucha prisa todo. Muchas llamadas que atender, cosas que anotar, un informe para entregar, unas visitas para planificar... hasta que me enteré que he perdido los días de vacaciones que me quedaban del año pasado, y que no pude coger por un trabajo supuestamente muy muy importante. Así que he echado el freno de mano y me he puesto a escribir esta entrada. Ante todo mucha calma. Podría coger esos días en el mes de febrero, legalmente no hay problema, para me han “indicado” que claro, menudo follón, si todo el mundo lo hiciera, con la cantidad de gente que somos. Además, casi todo el mundo al final se queda sin algún día de vacaciones. Ay, que bien! Ya me siento más acompañado. Hay que ser gilipoyas.
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