martes, 13 de enero de 2004

operación estantería

este fin de semana hemos dejado liquidado el tema de la estantería. Así como hay paises que mandan satélites a marte, en nuestra república independiente colocamos estanterías. Una labor muy delicada, por el tamaño de la casa y sus implicaciones dentro del funcionamiento interno.

Después de darle muchas vueltas, rechazar propuestas, volver a retomarlas, volver a rechazarlas, que si nos vamos a Madrid, que si de catálogo... en un momento de lucidez, nos hemos decidido por lo más sencillo. Y hemos sido relativamente rápidos. Hubo unas navidades dedicadas en monográfico al tema estantería. Realmente somos complicados o simplemente prestamos atención a cuestiones en principio pequeñas. De todos modos es agotador.

Hemos visto en tres etapas El Padrino. Entera. Obra maestra indiscutible. Fresco brutal sobre la condición humana. Me sigue fascinando Pacino. Y ese fatum (1. m. Fuerza desconocida que, según algunos, obra irresistiblemente sobre los dioses, los hombres y los sucesos. 2. m. Encadenamiento fatal de los sucesos. RAE –brutal y trágico, claro-) que le impide, por mucho que conozca la naturaleza del hombre, por mucho poder que tenga, conseguir lo que de verdad quiere. Y la imposibilidad de amar. La última parte, aunque pasa por ser la más floja, no deja de ser impresionante. Es muy pesimista y triste. El final es magnífico. Cuando Pacino se pone las gafas, viejo y derrotado, no puedo evitar pensar si todo ha sido un sueño.

Hoy he vuelto a constatar que trabajar los lunes no sienta bien. Y da alergia. Ha llovido toda la tarde. Ha llovido con esa lluvia horizontal de aquí. Como una inmensa veladura gris y blanca. Una inmensa acuarela. No he podido hacer fotitos por que se me moría el móvil. Una pena. Pero en esta ciudad no faltarán oportunidades.

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