sábado, 12 de julio de 2003

Una presentación, un susto y un alivio

Presentación ante clientes y usuarios. Un éxito. Nos dan más dinero y podremos completar el proyecto full luxury, que dice D. Por cierto que se va de vacaciones y el equipo se queda cojo. Espero convencerlo para que me eche una mano, por lo menos un día. Es un placer ver que, a pesar de tus torpes explicaciones, a la gente le gusta lo que propones. Es una recompensa después de trabajar las cosas con el mayor de los cariños y a pesar del jefe. Pero ha sido una paliza. Dos días de correcorre y doscientos km en coche por una carreteras pintorescas que me dejan agotado.

De vuelta recibo una llamada de M. Está preocupada. Hemos hablado estos días y tiene que tomar una decisión para poner las cosas en claro. Quedamos en que cuando llegue a casa la llame. Pero ya sé que en cuanto llegue y deje los bártulos bajaré a la ciudad a tomar algo con ella.

Después de una tapa de diseño y un pequeño paseo viendo escaparates de tiendas nuevas (cómo está cambiando la ciudad) vuelvo a casa. Hoy por la mañana recibo un sms, y respiro más tranquilo.

Han aparcado un Cadillac de principios de los 50 en el garaje de casa. Una preciosidad. Un trocito del glamour americano y de la new deal en el garaje de una casa de las afueras de una ciudad de provincias de un país del otro lado del océano. La post modernidad se encargó de matar el glamour. Al mismo tiempo que le quitaba la careta a la modernidad, la ironía, la descontextualización, la falta de criterio y el todo vale acabó con el mito del glamour. Es curioso, pero tengo unidos imágenes que representan lo que se puede entender con el glamour clásico con el concepto de rigor, de disciplina. Los clásicos del diseño (moda, gráfico, arquitectura,...) artífices de los iconos del glamour más auténtico eran rigurosos en su trabajo... empiezo a liarme con estos argumentos.

No hay comentarios: